En tiempos de mi tío, es decir en los del colono blanco, esa época donde no existía registro civil, se establecía la edad un poco de cualquier manera. Contando los dientes, por ejemplo. Mi tío tenía sus treinta y dos dientes cuando el colono se los contó.
El viejo tío Kouadjo muere y su sobrino vuelve al pueblo para asistir a su entierro. Allí, se encuentra con sus hermanos y juntos rememoran las andanzas del viejo y temido tío, estupendo camorrista que ha dejado muchos enemigos a sus espaldas. El retraso del coche fúnebre, la lluvia, los escarceos amorosos de uno de los sobrinos y la aparición de Kouakou Ba, el eterno rival del tío, son algunos de los acontecimientos que complicarán la tarea de dar sepultura al anciano.
Un breve relato que nos cuenta la divertida historia de la muerte por enfado del tío Kouadjo y las peripecias familiares para conseguir enterrarlo, y que nos acerca otra visión sobre la colonización, las religiones, la muerte y las supersticiones.