En los confines del cosmos, donde la oscuridad reina y el frío es su consorte, la soledad y la desesperación, sus viles vástagos, pueden adueñarse de todo órgano vital que una forma de vida pueda poseer. Sin un punto de referencia, cualquier navegante puede desorientarse y vagar por toda la eternidad, o durante el resto de su vida por el insondable pozo de olvido que es el espacio.
Aún con esas condiciones, un pequeño vehículo metálico se desplazaba a través de la negrura y, dentro de este, se hallaba una criatura de mal humor. Era una cabeza que sobresalía de una esfera metálica con ruedas de oruga que gritaba a una pantalla brillante y repleta de datos.
Esta es la historia que abre las puertas al universo de Ammavaru. 48T rompe sus cadenas.