Te doy la bienvenida a la tercera Degustación de Calabazas de La Escribeteca. Puesto que estás leyendo esto, ya sabes que lo que tienes entre manos es una colección de relatos. Y si has leído alguna de las anteriores, también sabes que sale en Halloween porque es una de nuestras fechas favoritas, aunque no todos los textos que siguen a la introducción son de carácter fantástico. Este año, de hecho, empezamos con un pequeño texto autobiográfico de no ficción que sirve como paraguas a todos lo que viene después.
Por casualidades de la vida, muchos de los cuentos que vas a leer tienen una temática común. Y digo casualidades de la vida, porque el criterio de selección no ha sido el tema y el origen de los relatos es dispar.
Verás, en La Escribeteca, que es donde hemos escrito todo esto (y mucho más) nos reunimos semanalmente al amparo de disparadores aleatorios de escritura y retos literarios mensuales. De esas reuniones y esos desafíos han salido las historias que tienes entre manos. Podríamos decir que te encuentras en la primera fila de un auditorio en el que se va a representar la función de fin de curso.
A lo largo de los doce meses que van desde octubre de 2021 hasta septiembre de 2022 hemos trabajado con imágenes, vídeos y canciones de lo más variado. Desde peceras para plantas hasta nautilos con piernas, retratos extraños e imágenes reflejadas en charcos. Como imaginarás, los resultados han sido igualmente variados. De hecho, uno de los aspectos más interesantes de estos experimentos es ver cómo del mismo origen nacen personajes, tramas y mundos enteros completamente diferentes unos de otros.
Los relatos que componen esta Degustación de calabazas corresponden a varios de esos disparadores y retos. Sin embargo, a pesar de la aleatoriedad, muchos de ellos están unidos por la idea que desarrolla el primero de los textos: el hogar, la pertenencia.
Se habla de casas, de hogares, de familias de nacimiento y elegidas. En los pocos relatos que no mencionan ninguno de esos lugares comunes, los personajes parecen desarraigados, prestos a desaparecer.
Las autoras de estas obras son tan distintas como sus relatos, pero comparten lo que nos hace humanas: esperanzas, deseos, amores y miedos.
Eso es lo que encontrarás en las páginas que siguen. Porque es imposible escribir honestamente sin dejarse un poco de una misma en el proceso. Y ese poco que dejamos, que ofrecemos, se convierte en la semilla de un nuevo hogar, el cimiento de un nuevo edificio, el lazo que nos une a una familia nueva, compuesta por lectoras, escritoras, historias y personajes.
Así que prepara un vaso de té o de café, ahueca el cojín y acomódate para saborear esta degustación de calabazas. Deseo de corazón que encuentres un pedacito de tu hogar en cada una de sus páginas.
Alicia Pérez Gil