españolCuando las lenguas sembradas entre campos de recuerdos y mentiras vagas retomen el canto de aquellas noches ante las estrellas, ellas mismas se tildarán de locas. Gritarán, lucharán y negarán los rastros imborrables que las condujeron a casa otras tantas veces. Pero volverán. Siempre volverán.
Ailana de Lys fue criada por un rey viudo que hizo cuanto pudo por mantener a salvo el único resquicio de amor que le quedaba en el mundo. Ciego por el miedo, el rey Aren de Lys cerró los acuerdos de paz con su hermano, Hans de Mørke, con una propuesta de unión en matrimonio entre su hija y su sobrino; el pobre hijo segundón al que ni su propio padre hacía caso. El matrimonio no era más que un seguro para ella y su reino, pero esa simple firma la convertía en una moneda de cambio que ni siquiera tenía el derecho de decidir su valor.
Ragnar Vassenjo, por su parte, era un enigma digno de atención; su aparición en la isla fue tan conveniente como los sucesos que le cambiaron la vida poco después y le brindaron un techo, una familia, y a ella.
Pero el destino que les deparaba a ambos yacía muy lejos de la felicidad que tanto deseaban. Él se había resignado a perderla, y ella perdería la mismísima cordura con tal de mantenerle a su lado.
Habría sido una bonita historia enmarcada en piel entre las estanterías interminables de Cumbre Angosta, pero eso solo puedo llegar a suponerlo.
Eran un vendaval descontrolado, y estaban a punto de danzar.