Rosu se ha mudado recientemente a Barcelona. Trabaja de camarera en un restaurante bastante chic del Raval aunque ella se considera una hippie de corazón y su verdadera vocación es la interpretación. Su cabellera ondulada llama la atención por sus tonos rojizos aunque suele llevarla velada por palestinos o pañuelos de tonos ocres. Sus ojos verdes son un imán para las miradas de muchos enamoradizos y enamoradizas por la calle, los bares y el metro. Rosu tiene algunas manías, pequeñas pero constantes como sentarse siempre en el mismo vagón y en el mismo asiento, al fondo, al lado de la puerta que comunica con el vagón anexo. Le gusta mirar a las personas de más allá de la doble barrera de cristal y hierro y dejar vagar la mente. A veces sin pensar en ellos, en nada. Otras bautizándoles, otorgándoles un trabajo determinado, un destino feliz o fatal, mediocre o redentor. Pero en las últimas semanas ha dejado de hacerlo.
Lo que siempre esperaste que te pasara ¿o estas cosas solo pasan en la ficción? Quizá para eso es la ficción. Un relato breve pero redondo.