Ender es el niño que a todos nos hubiese gustado ser de pequeños. Incomprendido, solitario, vapuleado por otros niños más crueles, y que finalmente se convierte en el mayor héroe de todos los tiempos.
Y sin embargo a mí se me hizo insoportable. No sentía empatía hacia él. Gran parte de libro está dedicado a su evolución psicológica, de cómo la personalidad de un niño se va deshumanizando poco a poco. Le ponen mil y una trabas, retos y problemas, especialmente mentales. En todos ellos, Ender sufre, y en todos ellos sale victorioso con una facilidad pasmosa. Es el elegido y un héroe, pero su asombrosa perfección con todo junto a una desmesurada modestia me acabaron cargando demasiado.
Al final me quedé con ganas de que hubiera profundizado en unos cuantos personajes secundarios que parecían interesantes.
La historia es interesante. Y el giro hacia el final del libro, aunque se podía llegar a sospechar, es para mí innovador y muy bien tratado. El estilo de narración es correcto, aunque da la sensación de estar orientado más hacia un público más juvenil que adulto.
El epílogo se me hizo extraño. Es una buena conclusión, pero tan acelerada (pueden pasar tanto días como años en cuestión de párrafos) que no te deja saborearlo.