Una vez terminada la Guerra Civil Española, Roque, un grancanario hijo de uno de los muchos represaliados por el bando de los sublevados, decide emigrar a América.
Allí, concretamente en México, el azar hace que el joven emigrante se vea rodeado de gran parte de la intelectualidad canaria exiliada en aquel país. La influencia de algunos de aquellos intelectuales, como Mercedes Pinto, Juan Marichal o Millares Carló, además de la lectura de algunos poetas de la Generación del 27, siembran en el muchacho la inquietud por conocer de forma objetiva los trágicos episodios ocurridos en la Guerra Civil. Por otra parte, utilizando como hilo conductor la historia familiar de Lupita, una enigmática joven mexicana de quien acaba enamorándose, el emigrante canario viaja hasta finales del siglo XIX para encontrarse en Cuba con la figura de Nicolás Estévanez Murphy y con algunos de los padres del incipiente Partido Nacionalista Canario.
La atmósfera intelectual que envuelve a la mayoría de los canarios exiliados en México también atrapa a Roque, que consigue iniciar sus estudios de Filosofía y Letras en la UNAM, donde descubre las obras del filósofo humanista mexicano José Vasconcelos. Es precisamente uno de los ensayos de Vasconcelos, La Raza Cósmica, el que explica el desenlace de la novela, donde, sorprendentemente, el joven se ve formando parte de esa raza universal de Vasconcelos que ha unido una orilla con la otra; la tierra de Doramas con la de Cuauhtémoc.