Este libro empezó siendo narrativa, y luego sentí que debía de ser teatro, necesité que alguien lo dijera en escena, que alguien lo hablara, de lo tan orales que me parecían estos cuentos, aunque se refirieran a objetos visuales. Si me lo hubiera permitido, habrían sido monólogos de teatro. Soledades sí son, eso sí. Palabras para querer estar acompañado estando solo. En suma: formas verbales, es decir, intentos de que nos acompañe alguien, un verbo, un diálogo, una frase, algo. Me fui metiendo en la escritura, y queriendo al hombre presente en los relatos, y amando a la mujer ausente en los relatos. De él no me llegó ningún cariño; de ellas, todos. Se saben hacer extrañar, las mujeres de estos cuentos, y el que vive esta ausencia lo vive, el desaforado, de la peor manera en que puede vivirse este sentimiento: en la carencia.