En Melín existe la creencia de que en los equinoccios nacen y mueren los amores.
Evan, sin duda, era el mayor amor de Sam. Su pelo castaño y rizado por los hombros y sus espectaculares ojos grises lo volvían tremendamente loco. Eso, y que habían nacido el mismo día: el 22 de septiembre.
A pesar de que Evan le llevaba dos años, eso no había impedido que se enamorara perdidamente de él. Lo que sí suponía un problema de verdad era que el joven había seguido la senda de la nigromancia. Y, como todo el mundo sabe en Melín, los nigromantes solo regresan a sus casas con la llegada del otoño.