«Rumiar aquellos recuerdos no le hacía ningún bien y a veces deseaba desprenderse de ellos como los árboles con sus hojas cada otoño».
Micaela lleva una existencia crepuscular en la vieja mansión de su familia, acosada por los espíritus y la añoranza de su madre que no le dejó más que su viejo violín y el elusivo recuerdo de una melodía, que su hija no es capaz de replicar por mucho empeño que le ponga. Al menos así logra fastidiar a su padre, y todo lo que sea malo para él es bueno para ella. Micaela está obsesionada con la música olvidada y espera que si la recupera su vida adoptará los colores vivos e intensos en lugar del asfixiante dorado que la rodea. Por eso, cuando una extraña niña se cuela en su jardín y le pregunta por su deseo más profundo, la respuesta acude a sus labios antes incluso de que le de tiempo a sopesarla.
Advertencia de contenido: Muerte, autolesiones, insinuaciones de violencia doméstica.