Farûq solo tiene su nombre. Su pasado y su futuro están hechos de la misma arena del desierto que lo vio nacer, la misma que se escapa entre sus dedos mientras trata de descubrir cuál es su destino.
Cada noche el mismo sueño, las mismas figuras suplicantes, la silueta amenazadora de aquel que mueve los hilos. Farûq desearía no soñar, pero sabe que no es posible. Solo le queda averiguar qué significado tiene en su vida.
Su viaje le obligará a dejar atrás la infancia y su país, las dunas y el mar. Y todo para desentrañar el misterio de quién es en realidad.
Para dejar de sentir miedo cada vez que cierra los ojos.