Buenos Aires, 1919.
Betita intenta agradar a su madre, distinguiéndose de su hermana menor y de Magdalena, la mujer de Emanuel Ezcurra y la comidilla de todos los salones de clase alta. Sin embargo, Magdalena parece empecinada en encontrarla, sin dejar de mencionar su ridículo apodo.
Cuando Federico, el hermano de Betita, le pide ayuda de manera repentina, ella tendrá que abrir los ojos a una realidad que quería esconderse detrás de las puertas de su jaula de cristal, para gritarse en el cielo y en la sangre de las calles de Buenos Aires.