Las matemáticas son horribles, eso nadie lo niega. O sí, pero no vamos a discutirlo aquí. Lo que quiero contarles es cómo descubrí que mi odio por las matemáticas podía cambiar con la ayuda de mis amigos, y de paso hacerme vivir un montón de aventuras geniales. Esta es una historia de números, de música y de amistad. Sobre todo de amistad.