Un editor apresurado quizás optaría por definir como "bizarra" la temática de estos cuentos, la cual, sin estar mal, no sería clara y, por tanto, no anticiparía la información necesaria para prevenir al lector. Otros no dudarían en clasificarla como "Realismo sucio", o "Ficción transgresiva"; pero insinuaría una profundidad que no se ha pretendido en esta obra. Creemos que "chocante" es un concepto más preciso, ya que le ahorrará disgustos a más de un lector. Y son historias chocantes porque, entre otras razones, están detonadas por asuntos sexuales que no son erotizantes (aunque hay de todo en la viña del Señor). En efecto, no tiene nada de erotizante que un hombre se enamore de un brazo; o que un rico solucione sus problemas sexuales y afectivos con materia inerte; o que un bancario abandone a su mujer y a su hija para ir tras una actriz de cine; o que un joven deprimido descubra su auténtica sexualidad en un pueblo perdido; o que un pobre infeliz se trague una mujer de diez centímetros; o que un cínico interesado se aproveche de su eterna enamorada; o que un viajante despechado descubra en Londres que la sexualidad puede ser verbal.