Si en la segunda mitad del siglo XVII, la corona española, representada por Felipe IV, hubiera dejado de mirar a las tierras de Flandes y de atender los requerimientos que la guerra en aquella zona provocaba, tal vez se hubiese percatado de las necesidades de sus posesiones en América, y desviado parte de esos fondos en aras de conseguir mayor presencia militar en las mismas y una flota más numerosa, capaces ambas de salvaguardar el tráfico comercial y el envío de los valiosos recursos con destino a la nación. Evitar la pérdida de Jamaica, enclave de crucial importancia estratégica para el control del Caribe (tomada por los ingleses en 1655), podría haber sido una de las consecuencias de esa alternativa. Pero, ¿y si alguien, aun después de la pérdida de la isla, se hubiera decantado por aplicar dicha opción? ¿Tal vez se hubiese conseguido así inclinar la balanza en favor del imperio español?
Por otro lado, en las colonias americanas siempre se corría el riesgo de la aparición de algún que otro dirigente corrupto, capaz de hacer de su capa un sayo con el objetivo único de enriquecerse a costa de lo que fuera. Al fin y al cabo, la metrópoli quedaba muy lejos y las noticias tardaban mucho tiempo en llegar a ella… si es que llegaban…
La captura de un rehén con el objetivo de forzar una situación favorable en la mesa de negociaciones y, por si esto fracasa, la aplicación del plan alternativo para salvaguardar el equilibrio diplomático.
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Solo puedo decir que la sinopsis no le hace justicia al libro ¡porque parece que va a ser un tostón! Pero es una novela muy bien construida, con una calidad muy buena en la descripción de las batallas... Más