Nos encontramos ante un libro en el que el autor alterna entre distintos narradores y nos cambia de espacio temporal, creando una composición maravillosa y sicodélica con los Pink Floyd de transfondo en un juego exquisito.
He de reconocer que este tipo de historias, en las que podría tratarse de cualquiera, con su día a día, tratando de salir adelante son las que más me atraen, y por eso mismo las que más suelen defraudarme. Este no es el caso. Daniel Hermosel tiene un estilo personal que me ha atrapado, convirtiéndome en un nuevo seguidor.
Me encanta cuando un escritor me hace pensar, cuando juega conmigo, cuando me lleva por su camino y me zarandea emocional e intelectualmente.
Es un libro muy interesante y muy recomendable, sin ninguna duda.