Alguien dijo que el terror no consistía en ver a un fantasma, sino en que este te mirara. Hasta ese momento podías escabullirte, dirigir la vista a otro lado y escapar, pero en el momento en el que la amenaza se fija en ti ya sabes que estás involucrado, que no puedes refugiarte en el anonimato ni esconderte detrás de nadie.
El fantasma te ha visto y debes actuar.
El relato que os presento en este segundo número de Relatos en su tinta no va de fantasmas, pero sí de amenazas. De esas que te asaltan cuando menos te lo esperas, cuando deambulas por tu rutinaria vida pisando las mismas baldosas de la acera que pisaste ayer y pisarás mañana.
Te invito a una frenética persecución, a una angustiosa huida por salvar la vida.
Que el miedo no nuble tu mente jejejejeje muy bueno el "bucle" que se arma sin que se pierda la intriga.