Creciendo al pie del monte Fuji, hay un bosque manchado con la sangre de aquellos que se han quitado la vida. Mientras los árboles se arraigan entre la descomposición, las historias de fantasmas rondan los senderos frecuentados por los excursionistas. Mientras tanto, mientras la memoria de los antiguos samuráis permanece arraigada en la cultura, un nuevo sindicato está influyendo silenciosamente en la Tierra del Sol Naciente. La Yakuza, que canaliza la cultura familiar que estructura la sociedad japonesa, opera como una máquina bien engrasada en el inframundo. El Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial se presenta a sí mismo como una sociedad tecnológicamente avanzada que ha mantenido un control sobre las tradiciones del pasado, un pasado que guarda secretos oscuros y mortales. Muchos de los símbolos del país glorificados por los medios tienen historias de fondo que no se han contado. Historias japonesas de muerte y desolación se sumerge en estos cuentos y arroja luz sobre el derramamiento de sangre que ha dado forma al alma de Japón. Diego Uribe ha utilizado su experiencia en la literatura japonesa para compartir las historias de muerte, desolación y tragedia que pintan la historia del país. Experimentando conflictos dentro de sus fronteras y a escala mundial, manejando sindicatos de guerreros y criminales empeñados en tomar su parte del control, y viendo tasas alarmantes de suicidio, Japón no es ajeno a la adversidad. El país se ha consolidado como una figura mundial influyente a través de la muerte y las tragedias superadas. ¿Pero valió la pena?