No importa cómo las llames; sus nombres son todos los nombres.
No importa el tinte de su mirada, de su piel, de su pelo; sus colores abarcan todos los colores.
¿Quieres oírlas ahora?
¿Quieres sentirlas?
¿Quieres verlas?
Son más que ese cuerpo en la cuneta, en la orilla, en el lecho conyugal. Son más que las sombras que se deslizan por los jardines y las casas aún por encantar. Son más que el número anotado en la etiqueta atada al dedo gordo del pie.
Todas están descalzas.