Kid Chocolate, uno de los diez mejores pesos pluma de todos los tiempos, fue visto por muchos como un artista del ring que aprendió lecciones con los grandes boxeadores de la historia, cuyas películas estudiaba, como otros lo hacen para ser escritores, pintores, músicos o lo que sea.
Pero mucho más importante que su carrera fue poder disfrutar del mayor tesoro que pueda haber: "el calor de su gente”, pues como dijo el púgil "yo, que no amasé fortunas con el sufrimiento de nadie sino con esfuerzo, sudor y lágrimas, me sentí dichoso proporcionando felicidad a los demás”.