La crisis económica ha golpeado con fuerza a todas las estructuras de Grecia, desde las económicas a las sociales, pasando por las políticas. La terrible embestida neoliberal contra todo tipo de derechos y garantías laborales o el desmantelamiento de los servicios públicos, entre otras medidas, consiguió finalmente doblegar la capacidad de resistencia de una población, que durante meses plantó cara a la imposición de las políticas de austeridad mediante huelgas, manifestaciones y ocupaciones de edificios públicos.
Sin embargo, este reflujo en la contestación política ha venido acompañado de una creciente actividad organizativa en importantes áreas de la vida social y económica del conjunto de los ciudadanos. En pocos años Grecia ha visto nacer y asentarse una miríada de proyectos e iniciativas que buscaban resolver necesidades materiales, afectivas o culturales a partir de la cooperación, constituyendo una verdadera emergencia de una nueva economía social y solidaria que sitúa a las personas y su bienestar en el centro.