Un relato en primera persona de quien fue elevado a la categoría de mito.
Todo el mundo asegura saber cuándo nació. Yo no. Lo que sí supe siempre, aparte de que no hay nada más indignante que la injusticia, es cuándo iba a morir y dónde; sin que importe que alguna vez le haya dicho a mi padre: “No sé en qué lado del mundo dejaré mis huesos”.