Juan Ginés de Sepúlveda no creyó en el destino sino en el libre albedrío: la trayectoria vital de cada uno y la preparación para la eternidad dependen de los propios empeños, de la fuerza de su voluntad. Pero o el destino, o la conducta que siguió mientras vivía, forjaron para él y su obra las mayores ofensas que pueden infligirse a un creador, que son la tergiversación y el olvido.” Así arranca este minucioso, penetrante y omnicomprensivo estudio biográfico, que sitúa en su contexto intelectual a uno de los personajes más fascinantes y poco conocidos que nos legó el siglo xvi. Humanista, filósofo, jurista, historiador, polemista y, quizá por encima de cualquier otra consideración, gran escritor, Sepúlveda es hoy recordado sobre todo como el defensor de la guerra justa contra los indígenas americanos, en oposición a los planteamientos de Bartolomé de Las Casas. Sin embargo, el exhaustivo y ameno relato que Muñoz Machado despliega de la evolución de Sepúlveda nos permite verlo con otros ojos. El que fuera cronista de Carlos V, posteriormente de Carlos I y más tarde preceptor de Felipe II, se vio tanto en el centro de las grandes polémicas religiosas de su tiempo (Erasmo, Lutero) como en primera fila de las grandes decisiones política. Quizá sea por ello que, al hilo de la biografía de Sepúlveda, Muñoz Machado puede ofrecernos un completo y colorista panorama de la época.