La ambición es menor motor que el miedo
Ya arranca la novela con un ritmo trepidante, dando a elegir si quieres posicionarte a favor o en contra del protagonista, muy bien perfilado en su carácter repelente.
Y más pronto aun, el golpe de e...
Ya arranca la novela con un ritmo trepidante, dando a elegir si quieres posicionarte a favor o en contra del protagonista, muy bien perfilado en su carácter repelente.
Y más pronto aun, el golpe de efecto, tan temprano que te preguntas, mirando páginas y porcentaje restante, si podrá mantener esa tensión perturbadora hasta el final, escena a escena y en coherencia con lo que nos promete; pacto autor-lector.
Pues sí
Acompañamos a Santana en su descenso de paranoia hasta los infiernos, mientras bipolar duda o se refuerza para afianzar su ego, sus decisiones y su misma voluntad para resistir o entregarse al inevitable destino en pago por sus actos.
¿Lo consigue? ¿Cuánto es sugestión y cuánto es real? El narrador ayuda a que sea difícil la frontera, aunque él sepa lo que es y no es cierto desde su omnisciencia.
Ser aspirante a jefe en una oficina no resulta fácil, en esa ambición de trepador pelotero que ofrecen nocivas las empresas, donde debes y tienes que demostrar cada día la valía propia, pisar a inferiores (según visión) e iguales y amigos para ascender en una competición perpetua y enfermiza (igual que el mundo editorial para los escritores).
¿Qué importa la vida de otro comparada con el medrar propio? ¿Quiénes pagan las consecuencias en los altos estratos?
Pues la culpa llega, con desenlace tan inesperado como previsible
En el otro lado de la balanza, es una historia claramente de personaje. Y en ese afán por crear agobio, se le humaniza tanto como deshumaniza, alejándolo de la sociedad y de cualquier posibilidad de ayuda. Por sus características parece lógico, pero me hubiese gustado llevará esa angustia a otros entornos sociales (hay una escena de testimonios que me desdice, más de ello me hubiere gustado), haciendo el mundo más grande que las cuatro paredes de su cabeza y el anhelado trabajo que es pilar de su existencia.
Pero, sin ambages, se trata de una obra angustiosa que nos plantea ese regresar de la muerte, ese miedo en la sombra y el filo que es testimonio y percepción de uno solo, una persecución implacable que saca a relucir la locura y los más perniciosos instintos del hombre.
La ambición es menor motor que el miedo.
¡Leed!
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