La noche del 20 de marzo de 1816 el adivino Louis Rimson, empleando unos huesecillos de cabra, predijo que un año más tarde la Villa de Dunia vería la llegada del Segundo Hijo y eso provocaría una catástrofe capaz de destruirla por completo.
Theodore Frint, el gobernador, intentará de todas las formas posibles que el viejo adivino se desdiga, sin tener en cuenta que ya no hay nada que pueda hacerse por evitar el mal que se avecina.
Durante la agónica espera ante la predicción de Rimson toda la Villa vivirá episodios de angustia y de terror, verá pulular a alguno de los Demonios Menores y se estremecerá esperando el resultado final de la catástrofe.
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Fernando Llor es capaz de contarnos una historia rica, preciosamente manufacturada y compleja en un formato conciso. Estas «Adivinaciones...» son un viaje hipnótico al corazón de unas tinieblas que mezclan por igual misterio, ironía y horror en la misma —y sórdida— clave de buena ficción. Un crescendo que consiga esta mixtura, propia del mejor aquelarre, sólo puede calificarse como producto de la magia.
Magia negra, por supuesto.
— Miguel Ángel Villalobos —