Me ciño al libro en sí, dejando a un lado lo que es la editorial (que a ella le pondría cinco estrellas si pudiera).
Agramonte puede sorprender, tiene capacidad para hacerlo, pero solo a un lector que haya experimentado poco con el género y su contacto sea muy tibio. La historia nos la conocemos de arriba a abajo; la hemos leído, la hemos oído y la hemos visto. No hay un giro novedoso ni un tratamiento del tópico que, a estas alturas, impacte.
El estilo tampoco ha acompañado, desde mi punto de vista, porque es muy plano y elemental, poco trabajado. Y, ojo, no soy de los que creen que la sencillez sea mala para narrar, al contrario: una exposición clara de ideas es de agradecer. Pero en Agramonte encuentro poco lucimiento y eso me ha desinflado.
Lo tengo en papel y no me arrepiento de haberlo comprado porque, por el contrario, creo que es un libro (librito) estupendo para capturar nuevos lectores al género de terror. Estoy seguro de que en una clase de lengua con gente joven y dinámica podría cuajar de maravilla.