¿Y si se hubiera negado a trabajar un viernes por la tarde? ¿Y si nunca hubiera pisado esa casa de pasillos helados? ¿Y si no se hubiera dejado llevar por la curiosidad? ¿Qué habría ocurrido si hubiese obedecido y no hubiera abierto la puerta del dormitorio? No puede ser tan terrible, ¿no? La señora Agramonte es una anciana postrada en una silla de ruedas. No puede ser tan terrible, ¿verdad? ¿Verdad?
Me ciño al libro en sí, dejando a un lado lo que es la editorial (que a ella le pondría cinco estrellas si pudiera).
Agramonte puede sorprender, tiene capacidad para hacerlo, pero solo a un lector que...
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