Vivimos en un lugar, en un paisaje que de una manera u otra se convierte en parte de nosotros y nosotros en parte de él. En esa tierra siempre hay vida y existencias que se que se contraponen y, sin embargo, conviven. Así luz y oscuridad, abundancia y escasez, presencia y ausencia forman parte de un todo que existe y está vivo. En el paisaje está descrito el poeta y la poesía. En Sequía animales y plantas, el coyote, los zopilotes y las buganvilias, los bisontes y las estrellas traspasan la permanencia y se convierten en personajes, metáfora del observador observado. Al final las raíces, el único arraigo, está en eso que llamamos poesía, y la poesía es eso que sin estar en un lugar existe en todos y cada uno de nosotros.