Lo siento, no puedo disimular la inquina que el baile me provoca. Por supuesto, me refiero a los bailes de moda, a los vulgares bailes de moda. Basta con ver el panorama actual para comprender mi enojo: Los programas con más rating televisivo son los realitys de baile; las radios más sintonizadas, por supuesto no son las de música clásica; y hasta en la política se ha extendido el movimiento: para candidatear a la presidencia hay que moverse al compás del «Ritmo del Chino», o menear los mondongos al estilo del «Teteo» de Alan García. ¡Todo es baile en este país, como si a punta de corografía fuéramos a salir del subdesarrollo!