No hay mayor mentiroso que un escritor y no hay mayor mentira que el recuerdo. En estos cuentos repletos de medias verdades y evocaciones ambiguas, Ismael Orcero Marín narra y reconstruye las casas que habitó, los duelos guardados entre la ropa, los sucesos lejanos y los todavía frescos, así como los juegos infantiles en los descampados durante las tardes de verano.
Los cuentos de Monstruos en la pared exploran asuntos como la maternidad, el fin de la infancia o la complejidad de las relaciones familiares: lugares comunes de un viaje que todos hemos realizado y que nunca parece regalarnos una última etapa. Lugares comunes donde todos nos hemos reconocido al hallarnos en esa mirada, la propia y terrible, que anuncia la pérdida de la inocencia.