La música era exactamente como a mí me gustaba: fuerte, rápida, y martilleando mis oídos. El profundo ritmo de los bajos hacía que mi cuerpo se moviera por sí solo. Levanté las manos sobre mi cabeza mientras todo mi cuerpo se retorcía al ritmo de la música.
Los dos tipos con los que estaba bailando también lo estaban disfrutando mucho. Lo podría jurar.
El que estaba delante de mí mantenía el movimiento de su cuerpo pegado al mío. Sus manos estaban sobre mis costados y el bulto tenso y duro que sobresalía de sus pantalones estaba rozándome la parte delantera de mis pantalones de cuero.
El tipo que bailaba detrás de mí era aún menos sutil que el otro. Sus manos estaban pegadas a mis caderas y él estaba presionando, con una erección verdaderamente dura y asombrosa, contra mi culo cubierto por el cuero ceñido a mi piel…