La crisálida que quiso subir al Everest es un verdadero canto a todo aquello que anhelamos. Tras tanta historia, tanta literatura, tanta poesía, no es fácil encontrar la forma precisa para reflejarlo, para que no suene a todo lo ya dicho. El sentimiento humano no se inventa, es. La maravilla estriba en saber hallar una forma propia de hacer latir la palabra mediante la cual transmitirlo.
[…] Trascienden los versos más allá de su propia esencia poética; lágrima, olor, beso… Todos los lugares que habita la crisálida en su deseo vital de ascenso hilvanan mi alma a cada expresión, a cada pensamiento, y me resulta muy fácil identificarme con el lenguaje, el espíritu que mueve todas y cada una de las infinitas locuras de belleza y realidad que viven en estas páginas. Todo es hallazgo de luz.
Juan Trova