Hay un latido en cada palabra que muy de vez en cuando se acompasa dentro de mí. Escribir se convierte en un ejercicio de escucha silenciosa, para ser capaz de entender el ritmo con el que late cada palabra. Luego el deseo de la siguiente, casi siempre la necesidad. Finalmente en muy contadas ocasiones la frase es capaz de explicarse, con tanta fuerza y tanta magia, que el resultado es hermoso.