Aquí se relata de primera mano la historia de un burócrata del Ministerio de Hacienda que, deseoso de un ascenso, comienza a hacer todas las carantoñas y juegos posibles a Bedullito, el amantísimo perro de su jefe. Cuando el momento de la solicitud resulta propicio se interpone la mala fortuna de un terrón de azúcar.