Carmelita, huérfana desde los doce años, es conocida en el pueblo de Fontaine-Raoul, como la Virgen de Vendôme. Si bien el sobrenombre le viene dado por su extrema belleza, lo cierto es que sus cualidades morales bien podrían valerle también este apodo. Habiendo hecho siempre caso omiso a galanes y pretendientes, se acaba enamorando de Mauricio, un humilde y honrado vecino, hijo de un viejo carpintero. El día en que este debía partir a enfrentarse a los alemanes en la guerra franco-prusiana, se decide a declarar sus sentimientos de amor a la joven, que promete esperar a su retorno para casarse. Como símbolo de su amor y arcano de protección, le da una cruz heredada de su madre. Tras larga espera, Mauricio vuelve al pueblo herido de gravedad. Ambos intentarán protegerse del enemigo, cuando los hulanos invaden su pueblo.