He aquí un monólogo de Joaquín Dicenta que bien puede resultar representativo del espíritu de la bohemia madrileña de finales del siglo XIX. El desencanto existencial, la voluptuosidad amarga, la intelectualidad herida, la irreverencia velada... toman forma sorbo tras sorbo, palabra tras palabra, producto de una embriaguez evocadora de pasiones andaluzas de las que sólo queda la resaca.