Ramón Pardo, natural de Ribadeo, es un capitán de navío mercante cuyo valor es reconocido en todas las costas de los mares del Norte. A inicios de la década de 1810, en un mes de agosto, leva anclas en Bergen en dirección a Cristianía, la actual Oslo, en un viaje que acepta pasajeros. Durante esta travesía, en principio libre de adversidades climatológicas, van surgiendo diversos contratiempos que alimentan su impiedad, que derrocha blasfemias y un amplio repertorio de juramentos. Finalmente, atrapada la embarcación entre el hielo del ártico, el capitán se habrá de enfrentar a su castigo divino, quedando emparentado así con otros condenados inmortales como el Piloto verde o el Cazador holandés.