En el pueblo donde transcurre la historia que aquí se presenta existe una gran devoción por el Cristo del milagro. Pocos son los que dudan de sus poderes y muchos los que le encomiendan sus pesares y peticiones. La figura fue tallada por un antepasado del tío Cosme, que hará todo lo posible para que el Cristo salve a su hija de la muerte, procurando salvar, de paso, «los inconvenientes de los médicos jóvenes».