A medio camino entre el relato histórico y la leyenda se encuentra la historia de la venta del cuadro La Trinidad, de Alonso Cano. Este se presenta junto a su ayudante Melchor ante el padre prior de los Jerónimos, un hombre glotón y tacaño que intenta por todos los medios despretigiar la pintura de Cano con el fin de obtener una buena rebaja en el precio de compra. El pintor, que lleva francamente mal la crítica a su trabajo, pasa rápidamente del sarcasmo al enfado. En ese momento entra en escena un cartujo que alaba la pintura, lamentando no tener dinero con que poder comprarlo. Alonso Cano se lo ofrece entonces como regalo a cambio del plato de chanfaina con que su congregación ampara a los pobres de la ciudad de Sevilla, dando desde entonces a esta pintura el sobrenombre de El cuadro de la chanfaina.