Donde hoy se encuentra el desierto de Arabia hubo en un tiempo bosques, ríos y multitud de especies animales. Tanto es así que algunos creen que en esa naturaleza se inspiraron los poetas orientales a la hora de describir el Paraíso terrenal. ¿Cómo es entonces que hoy todo se encuentra cubierto de arena, desaparecido para siempre? La razón se halla ni más ni menos que en los propios granos de arena, amarillos como la envidia, inquietos como la cólera e incapaces de confraternizar más que en las malas pasiones, inspirados por un lema de igualdad e individualismo. A partir de esta premisa, Vicente Colorado nos ofrece una breve fábula donde desarrolla el modo de pensar de estos granos de arena, dispuestos a hacer lo que sea para que todo el mundo sea igual y lo mismo.