El príncipe Amur sobresale en todos los ejercicios de destreza y fuerza a la par que estudia con aprovechamiento la Filosofía y las demás ciencias conocidas. Sin embargo, aun siendo joven, valeroso y honrado, no consigue la mano de la princesa Besalia, de quien está perdidamente enamorado. Con motivo de un baile en el Palacio Real, al que acuden también las hadas que reinaban sobre los reyes, Amur pretende declararse a su amada por centésima vez. Antes de proceder, pide consejo a sus protectoras, sus hadas madrinas, que le indican que debe averiguar cuáles son los gustos e inclinaciones de ella. Besalia lo tiene claro: dará su mano a quien le entregue el mítico diamante negro. En un principio Amur piensa que le están pidiendo un imposible, pero no obstante va a pedir consejo a las hadas.