Con este cuento nos trasladamos hasta Italia para asistir al encuentro de dos amantes en una noche de primavera llena de poesía y de encanto. El trovador, bajo el mirador veneciano, interrumpe su sentimental discurso tras escucharse el ruido de una detonación. El joven ha sido asesinado. Hasta su cuerpo llegan un mendigo y varios alguaciles. El primero, que reconoce a la víctima, se pone en actitud de encomendar su alma a Dios. Mientras, llegan los alguaciles y lo apresan como supuesto agresor. Sin embargo, la gente cuchichea acerca del célebre magistrado Marco Doria; sospechan que quizás haya sido él el asesino, para así tener el amor de la joven Lidia, de quien es tutor. De todos modos, el mendigo es declarado culpable y condenado a muerte. Su fuga dejará abiertos algunos interrogantes.