Tras un exordio donde Luis Mariano de Larra reflexiona acerca del nacer estrellado o nacer con estrella, sobre todo en el campo artístico, da paso a un cuento que él mismo denomina «inclusero». Este comienza con un anciano que, ya sin fuerzas para trabajar y solo deseoso de acabar sus días en la mayor tranquilidad posible, decide ofrecer a su hijo y a su nuera todo el dinero de que dispone a cambio de un sitio en la mesa y otro en el hogar de la joven pareja, que acepta encantada la proposición. Sin embargo, lo que durante el primer año es una felicidad, pronto se ve como un deber y, finalmente, como una carga. El nacimiento de un nieto a los dos años del arreglo, desencadena el abandono del abuelo y da pie a diferentes escenas de indiferencia por parte de su hijo y su nuera.