El judío Abraham desapareció de la ciudad de Baden en una tarde del mes de diciembre de un año incierto. Este, habiendo hecho fortuna gracias a sus altos intereses de usurero, abandonó de buenas a primeras la ciudad, con previsión de volver al día siguiente, dejando en casa a su nieta Berta y su criado Angus. Ambos quedan sumamente sorprendidos cuando, en la madrugada, todo el pueblo se encuentra llamando a su puerta. Ha aparecido el caballo de Abraham, con manchas de sangre y sin heridas, y no hay ningún rastro del jinete. Así se inicia un proceso judicial, comandado por el burgomaestre, que difícilmente consigue esclarecer el asunto. Será tiempo después, cuando a partir de un reloj heredado, quede reflejado en un lienzo la verdad del caso.