El 28 de mayo del año 1900 se produjo un eclipse total de sol. Apenas dos semanas más tarde se publicaba este cuento de José de Echegaray, que describe la emoción previa al evento astronómico. Para ello se dedica a visitar, uno tras otro, los diferentes vagones de un tren que se dirige a las afueras de Madrid para una mejor contemplación. Comienza recogiendo las impresiones entusiastas y festivas de los vagones de las clases sociales más bajas, donde algunos dudan de que llegue a ocurrir realmente el eclipse del que hablan los periódicos, otros beben y comen disfrutando de la extraordinaria excursión. En los vagones de segunda categoría, se puede encontrar a dos jóvenes muchachos, indiferentes y aburridos, y también el preludio de drama que supone una chica guapa acompañada de su madre, seducida al mismo tiempo por un callado joven y un pedante pero rico cincuentón. En primera clase, la aristocracia también tiene sus impresiones acerca del eclipse.