El narrador de este relato, trasunto del autor, describe con espíritu naturalista su camino desde la puerta de Toledo a la casa mortuoria. Se trata de un trayecto marcado por la miseria y el analfabetismo de sus gentes, que contrasta al mismo tiempo con el empuje vital que las caracteriza. Llegado a su destino, se encuentra con el extraño maridaje de dos cadáveres que también se contraponen: el de un amigo suicida y el de una joven adolescente asesinada por su amante en un arranque de celos. Ante sus cuerpos sin vida reflexiona acerca de la muerte deliberada del primero, movido por el aburrimiento y la impotencia, y la muerte inesperada e incomprendida de la otra, víctima del maltrato de un indeseable.