En casa de la tía Úrsula hay un dibujo que representa a una hilandera, de nombre Berta, trabajando en la rueca un copo de lino. En la familia nadie conoce el origen del hermoso dibujo, que muchos años después continúa, inamovible, sobre la campana de la chimenea. En el tiempo del relato, la vieja tía Úrsula vive con una nieta llamada del mismo modo que la hilandera, aunque mucho más bella si cabe que la del retrato. Tanto que la abuela piensa que un emperador podría dar su corona e imperio por su mano. Es por ello que no quiere darla en matrimonio a Maturino, un muchacho sin oficio ni beneficio, pero terriblemente enamorado de la joven. La vieja tía Úrsula, sirviéndose de un adynaton, le dice que podrá desposarla cuando la hilandera del dibujo concluya su trabajo. El amor hará que el muchacho aguce su ingenio.