Esta leyenda popular nos lleva hasta una retirada aldea del pintoresco valle de Pas, en las montañas de Reinosa, allá por los años cincuenta del siglo XIX, cuando vivían en ella dos mujeres en una pequeña cabaña. Casi nunca salían de su retiro y las sencillas gentes del lugar murmuraban que tenían un pacto con el demonio. Por aquel entonces, llega un forastero a la aldea, el narrador de la historia, que se sorprende al ver cómo en esa noche los labriegos cierran cuidadosamente, en el mayor silencio, sus chozas; mientras la campana de la aldea toca y sigue tocando, haciendo que sus ecos se pierdan en el espacio lentamente. En la casa donde ha de alojarse, un anciano le pone sobre aviso: es la noche del diablo, y los que durante ella tienen la desgracia de morir, no gozan nunca de las delicias celestiales. Mientras, la campana continúa tocando...