Este cuento estrambótico de Carlos Coello nos lleva a una juguetería que estuvo abierta al público desde el 5 de julio de 1868 hasta el día 17 del mismo mes, fecha en que ardió hasta sus cenizas. La opinión pública atribuyó esta catástrofe a un descuido de su propietario, el alemán Federico Sickel, gran fumador y bebedor de cerveza, que perdió la razón al cabo de muy pocos días. Doce años después, el narrador se encuentra de nuevo con el comerciante germano, ingresado desde el accidente en la casa de locos de Toledo. Este le cuenta una inverosímil historia sobre lo sucedido, donde los juguetes acaban cobrando la vida que su imaginación les deseaba tras la mediación de un siniestro mendigo. Las necesidades y pasiones de los juguetes, convertidos en hombres, dan un giro inesperado al milagro.