El empeño de la clase media en querer ser aristocracia —o cuando menos aparentarlo— da lugar a una serie de reuniones de confianza donde unos pocos familiares y amigos son recibidos para charlar, jugar a algún juego de sociedad que se ha puesto de moda y tomar un chocolate antes de marchar. Así lo hacen los señores de Pérez, cuya reunión de confianza es cada lunes y que, a la hora de hacer la lista de invitados, sus faltas materiales les impiden recibir a gente de cumplido. Las invitaciones son siempre verbales e improvisadas, los juegos son comprados días antes del evento sin saber muy bien en qué consisten y la criada recibe órdenes a las que no está acostumbrada en su día a día. Al final todo queda preparado, con tanto esmero como ahorro, para celebrar su primera reunión de confianza.